Tuesday, August 28, 2012

Sin razón ni corazón

El pequeño Lucas me pide hoy, como tantas noches, que me acueste un ratito con él. Últimamente lo demanda mucho. Está en una edad que según me comentan muchas mamis puede estar pasando por los temidos "terrores nocturnos".
No debe convertirse en costumbre, me repito de nuevo. Pero es que hoy a mí me apetece achucharlo y tenerlo cerquita, sentirlo y consolarlo. Está blandito al tacto, hace mucho calor, suda pero huele dulce, con ese olor que me encanta, que me resulta tan cercano y agradable. Ese olor familiar que debe tener mucho que ver con el instinto animal (o humano) de protegerle, de liberarle de todo peligro, y que hace que hoy quiera estar cerca de él. Ese instinto que tenemos todos los padres, por el simple hecho de serlo...
¿ Todos? Debe ser que no, todos NO. Parece que ese señor de Córdoba, de cuyo nombre no quiero acordarme, no lo tiene ni lo ha tenido nunca. No debió oler a sus hijos cuando cometió esa atrocidad tan grande, ni tan siquiera hablar con ellos o mirarles a sus inocentes ojillos.  
Dice un informe psiquiátrico que no está loco ¿que no???¡ pero por Dios! Sino está loco que alguien me explique que puede pasar por la mente de un ser humano aparentemente sano, aparentemente cuerdo, para matar a sus propios hijos y luego con toda la sangre fría del mundo quemar sus restos. Por favor sólo de pensarlo, de nombrarlo, me parece surrealista, se me pone la carne de gallina...
Pienso con pena en la suerte de esos niños. Teniendo un padre inteligente (por encima de la media según el mismo informe) y que esa "inteligencia" haya jugado en su contra. En vez de usarla para inventar mil juegos con los que reir y enseñar a sus hijos, para  ayudarles muchas tardes a hacer sus deberes, y educarles lo mejor posible, le ha servido para urdir un plan maquiavélico con el que "vengarse" de su señora esposa.
"No está enfermo, está cuerdo, y además es muy inteligente". Los señores listos , psicólogos y psiquiatras, deberían revisar el concepto de sanidad mental e inteligencia. Quizás deberían estudiar el caso de éste "ser" para ponerle un nuevo nombre a su enfermedad. Tiene que ser eso, porque solo de esa forma se le encontraría sentido a semejante barbarie. Ese hombre no tiene razón, ni corazón, ni siente ni padece, ¡que pena y que miedo que existan seres así en el mundo!!!. Al menos queda el consuelo que si no está enfermo no tendrá ninguna eximente y pueda cumplir toda la condena que se le imponga. La memoria de esos niños lo merece.